23 de enero de 2011

CARTA DE UN HIJO A UN PADRE


No me des todo lo que pido. A veces solo pido para ver hasta cuanto puedo tomar. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras  las cosas, yo la haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o con mi hermana. Si me prefieres antes que los demás, alguien va a sufrir y si prefieres a los demás seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídete  y mantén la decisión.
Deja que intente valerme por mí mismo. Si lo haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras, ni me pidas que las diga por ti  aunque sea para sacarte del apuro. Me haces sentir mal y perder fe en lo que dices.
Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga el porque lo hice. A veces ni yo mismo lo sé.
Cuando estés equivocado en algo, admítelo. Crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, que seamos familia, no quiere decir que no podamos también ser amigos.
No me digas que haga una cosa que tú no quieres hacer. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas.
Enséñame a amar
Escúchame; Cuando te cuente un problema mío, no me digas: no tengo tiempo para tonterías o eso no tiene importancia, trata de comprenderme y ayudarme.
Quiéreme. Quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.

UN HIJO/A

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